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RECENSIONI

Patricia Glauser,  si presenta con un suo linguaggio singolare, complesso e articolato. Passando attraverso una contaminazione di generi che felicemente riesce a combinare i registri espressivi della pitto-scultura con le più sorprendenti risorse dell’istallazione. In tal modo, rispetto al motivo del nudo femminile, queste sue opere hanno, innanzi tutto, il pregio di forzarne la nostra percezione più convenzionale e prevedibile. Obbligandoci, di volta in volta, ad aprirci verso di esse, a sospendere il giudizio; e ad accoglierle, invece, nella molteplicità delle suggestioni e dei sensi che ci dischiudono. Cosicché ogni chiave di lettura si legittima in questo coinvolgimento così fecondo per lo spettatore. È proprio attraverso questo suo simbolismo che riscopriamo tutta la delicatezza del corpo femminile, ma anche un segno di dolore e sofferenza che la donna, in nome dell’intera umanità, si porta dentro. Allora, la risorsa d’un bianco puro e assoluto ci suggerisce qui la giusta distanza emotiva, necessaria al loro superamento e alla loro purificazione. 

Prof - Giuseppe Cordoni.

Que siga siendo oportuno y sobre todo necesario, hablar, denunciar y visibilizar la violencia contra la mujer en pleno siglo XXI es una circunstancia que nos debería avergonzar como género humano. Sobre todo cuando solo basta una pequeña ojeada a cualquier medio de comunicación, en cualquier latitud del globo, para encontrar el testimonio desgarrador de la agresión física, emocional y moral de la que es víctima el femenino hoy por hoy.

Violencia deformante, mutilante, no solo de la mujer como objeto directo de la agresión, si no contra toda la sociedad. Esa sociedad que permite la lesión del vientre que le da vida sin miramiento alguno. Crimen que está demostrado recorre nuestro planeta de oriente a occidente y de norte a sur, que está presente en todos los estratos socio – económicos, que no distingue edad, raza ó religión; circunstancia que convierte en la actualidad a cada mujer en una posible víctima: un blanco en blanco, expuesta al francotirador de turno.

Francotirador mutilador de su voz, de sus derechos sexuales, intelectuales, físicos, económicos, laborales y de toda índole. Fenómeno que es tristemente tan común en nuestra sociedad que se volvió parte del paisaje, parte del todos los días, como si un vientre desgarrado en las filas de la guerrilla para evitar la procreación fuera un acto común, ó una mujer desfigurada con ácido por un hombre celoso, ó una mujer secuestrada con fines extorsivos, ó la castración moral de los derechos femeninos a la luz de una doctrina religiosa, fueran hechos corrientes, naturales: aceptables.

Es por ello que Patricia Glauser, mujer, colombiana y artista se decidió hace ya más de una década a entregar sus manos y su talento a la tarea de desarrollar una serie de obras  alrededor del tema de la violencia contra la mujer. Una denuncia en femenino, no solo por su condición de género si no por la coherencia y delicadeza de las piezas que elabora; visibilizando el fenómeno desde una mirada estética, fina, fluida, maternal incluso, pero con la contundencia de una voz determinada a operar como el altoparlante de las mujeres violentadas que hoy no se quejan, que hoy no denuncian… Por miedo, por vergüenza, porque la sociedad que se hace llamar “moderna” no ha tenido la destreza, ni la madurez suficiente para acabar con el maltrato a la mujer.

Blanco en Blanco es una instalación plástica que invita al espectador a sumergirse en el mundo  femenino, contemplando de cerca a la mujer víctima: violentada por la negligencia de una sociedad que la sigue teniendo atrapada en el peligro,  una mujer secuestrada durante años, ensartada en las filas de la violencia sin su consentimiento, amarrada por un sartal de guerras que ella no creó... Millones de mujeres que gracias a Patricia Glauser cuentan con otra aliada en el deber de la denuncia, una de las miles de artistas alrededor del globo que desde Frida Kahlo tienen una voz contundente en el contexto latinoamericano.

Apropiándose de elementos de la cotidianidad estética femenina contemporánea, en combinación con una refinada técnica escultórica –para lo que se arma textualmente de instrumental quirúrgico capitalizando su formación como odontóloga-  y sin miedo a la ironía, ni mucho menos a la crueldad del mensaje que muchas de sus obras trasmiten; Patricia Glauser empeña semanas enteras en la concepción de cada uno de sus trabajos pero más aún en materializarlos, ya que sin miedo a ser etiquetada bajo el estereotipo de mujer delicada, lo capitaliza en la factura de cada obra, volviéndolo su arma, sumándole a ello la reducción de su paleta a la monocromía total, con ínfimas notas de rojo y dorado como elementos que buscan acentuar el mensaje que se le impone como una misión vital que le permite con una obra claramente KISTCH dar un alarido, imponer una queja, hacer un reclamo que encajaría más en el CAMP.

Residente desde 1998 en Florencia Italia, su obra no se escapa a ésta influencia estética y por supuesto que a ello se debe también en buena parte su esmero en el acabado de sus piezas; sin embargo el mayor aporte que le ha hecho su residencia fuera de Colombia es darle esa mirada distante que se necesita para poder leer mejor la propia tierra, porque aunque Patricia no se encuentra residenciada en Colombia, su preocupación y sus fuentes de información no dejan de ser nacionales.

Patricia Glauser es odontóloga de la Universidad del Bosque, en Italia realiza su formación artística profesional que en combinación con la fuerza de sus inquietudes personales, le abre las puertas para exponer su obra desde el 2002 en una rápida lista de exhibiciones en la escena artística italiana que le permite con menos de dos décadas de trabajo artístico ostentar varios premios. Logro cuya importancia es aún más llamativa por tratarse de un contexto artísticamente tan elevado.

De regreso a su tierra natal Patricia trae a nosotros su voz blanca, su voz de mujer, de artista que se atreve a dar testimonio de uno de los grandes dolores de nuestro tiempo, rindiendo un homenaje respetuoso, honesto, profundo a  todas las mujeres víctimas, pero sobre todo haciendo un llamado a todas las mujeres a que sean conscientes de que cada una es aquí y ahora un…. BLANCO EN BLANCO.

BLANCO EN BLANCO:

Instalación de Patricia Glauser - Octubre 2014

MARÍA DEL PILAR RODRÍGUEZ - Curadora

Barbara Vincenzi - Curador (2013)

 

Patricia Glauser nasce in Colombia, ma presto, inseguendo la sua passione innata per l’arte, si trasferisce in Italia per studiare presso l’Accademia di Belle Arti di Firenze, città in cui si stabilisce definitivamente e in cui lavora.

Il suo percorso artistico è già ben definito e riconoscibile sin dagli esordi indirizzandosi verso la matericità plastica con sculture e installazioni di grandi dimensioni. Patricia plasma forme e figure con tessuti e gessi, prediligendo spesso il bianco puro e totalitario. Una matericità e un cromatismo che veicolano letture e che sono parte integrante della sua produzione, dove la tela s’integra con la forma superando il concetto di supporto.

Il bianco “assoluto” diventa “luogo fisico” in cui scrivere il suo linguaggio, forgiando opere e strutture essenziali che tendono alla sintesi d’importanti concetti: forme che contengono messaggi espliciti, espressi con disarmante evidenza, nelle loro forme apparentemente cosi essenziali e monocrome.

L’intensità e la fisicità materiale della tela diventa eloquente e punto di partenza per dare corpo a opere figurative che trovano un equilibrio e si coniugano tra un maggiormente definito e levigato e un volutamente “incompiuto”: zone particolareggiate ed esplicite e parti dove la materia nella sua essenza trova la forma, valorizzano l’opera di più significati, partendo da una lettura che non racconta, ma manifesta concetti e stati d’animo.

I titoli delle opere della Glauser sono parte integrante dei suoi lavori, spesso un gioco di parole che pone la lettura a un duplice livello, come in “Io abito”, abito in quanto vestiario e luogo in cui il corpo abita. Questa opera così come “Dama Blanca”, o “L’impiccata”, o ancora “Islam”, tocca temi importanti, quali la condizione femminile in alcune culture e, più in generale, sulla condizione della donna nell’attuale.

“Io abito” è un corpo svuotato della sua interiorità di cui rimane il bell’involucro del vestiario, così come “L’impiccata” che, ancora più drammaticamente mostra un dentro e un fuori. Il corpo si accascia sulle ginocchia, è svuotato di se stesso, del suo essere, diviene sola veste che si affloscia su se stessa indicando la morte fisica e psichica, mentre al fianco del suo corpo inerme si colloca una forma che ricorda l’utero femminile, emblema della vita, anch’esso legato, impiccato, ucciso, a simboleggiare una morte che si allarga universalmente dando vita a letture trasversali.

Morte e vita dunque, in un eterno gioco di “dentro” e “fuori”, di reale e idealizzato, di interiore ed esteriore, ad indicare la caducità e la fragilità dell’uomo, ma più in generale la situazione della donna oppressa e straziata nella sua libertà.

Corpi “svuotati” mostrano sofferenza, abusi e disagi, corpi femminili in primo piano cercano il riscatto da una società non pronta al nuovo ruolo della donna, troppo spesso vittima di violenze causate da retaggi culturali antichi.

Quasi sempre il bianco assoluto e virginale ricopre simbolicamente i corpi, dandogli la purezza necessaria perché avvenga una catarsi. Il bianco congela, ferma l’istante, lo riscatta dal dolore e lo rende immortale. Il bianco come simbolo della trasformazione: il colore che comprende tutti quelli dello spettro luminoso simboleggia il principio della fase vitale. Altre volte il bianco è contaminato piccole tracce di rosso, il colore del sangue e della passione che enfatizza maggiormente il concetto di angoscia e tormento.

Nell’opera “Gravità” interviene anche l’uso del tulle, tutto è bianco, interrotto solo dal colore delle corde che legano i piedi e la cinta. Corde dorate incatenano indissolubilmente la donna e rimandano a relazioni più complesse dalle quali non riesce a liberarsi. Anche “Victoria” dal busto pieno e armonioso si svuota nelle braccia che diventano, paradossalmente, legacci cui vincolare le mani. Il retro del busto vuotato del suo contenuto e dipinto di oro incarna la simbologia alchemica della trasformazione della materia in prezioso, come eterna rinascita, che è ripresa anche nell’apertura a cerniera sul petto, nel bianco puro, come “apertura” in un proiettarsi verso un futuro universale.

Nelle opere a muro come “Tears”, ovvero lacrime, la bidimensionalità è superata dal volumetrico: i quattro fazzoletti che simbolicamente raccolgono lacrime e dolore, fuoriescono dallo spazio-supporto, dove, il colore bianco cancella il primario significato donandogli una valenza estetico-formale.

I temi toccati dalle sue opere, riportano a dolori e sofferenza, ma il bianco puro pone già in essere una distanza emotiva necessaria alla riflessione e al superamento della sofferenza, purificando ogni pena.

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